Y EN ESTA ESQUINAAAAA...Un pentagrama de pensamientos en torno a la figura del juchiteco Demián Flores (cp 70000-70050)

Felipe Ehrenberg | 31 Dec 2007

Y EN ESTA ESQUINAAAAA...
Un pentagrama de pensamientos en torno a la figura del juchiteco Demián Flores (cp 70000-70050)

1.
Mi pregunta viene cargada. No se la planteo a coleccionistas de firmas o especuladores espurios. Es para quienes otean, miran, ven con los ojos y el corazón: En el cotidiano horizonte de quien percibe a través de la mirada, ¿cuándo y cómo empezamos a reconocer el perfil de un artista que nos era desconocido?

2.
Hará unos doce años, Roberto Vallarino tituló un texto que escribió sobre Demián DF : El misterio de las identidades múltiples . Nunca lo leí. Pero me obligó a conjeturar.... ¿Qué tantos elementos inciden a la hora de escogerle nombre a nuestros hijos? ¿Se habrá preguntado aquella joven pareja, hace 36 años, cómo grafiar el nombre de su bebé, si Damián o Demián? Sucede que el nombre Demián Flores suena bien. Muy bien.

Pensemos primero en que el apellido Flores no podría ser más apropiado para un juchiteco. El vocablo Juchitán es una versión de la palabra náhuatl Ixtaxochiltlán, que a su vez puede ser la traducción de la voz que en didxaza signica "sitio de blancas flores". Pasemos ahora a la palabra De mián (como no es DA mián no tenemos por qué evocar a los santos gemelos decapitados por Diocleciano). De mián, claro, nos remite a Max Demian, el enigmático personaje que conoció Emil Sinclair cuando era niño y que lo condujo a retar el materialismo de su época, a principios del siglo XX. Dividido entre el sombrío mundo real de los abuelos y el claro mundo ideal de su hogar, el adolescente Emil se sumerge en la bohemia desde donde trata de encontrar su verdadera personalidad.

Quiero subrayar que Emil Sinclair era seudónimo de Hermann Hesse, autor del libro Demian . A mis oidos, ES y HH suenan igual de bien... Pero... ¿Y qué tal el nombre de Bruno Traven? Aun no sabemos a ciencia cierta si era o no un seudónimo, pero suena muy bien. El uso de seudónimos es muy antiguo. La mayoría de las veces se recurre a la práctica como medida protectora cuando decir la verdad puede acarrear la muerte. Hay muchos motivos más. Amantine Aurore Lucile Dupin, la baronesa Dudevant, amiga de Federico Chopin, escribió bajo el seudónimo de George Sand. Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares son algunos de los múltiples heterónimos del inmenso poeta portugués. Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca cambió su nombre, como muchas estrellas de Hollywood, para ser llamado Anthony Quinn. Sonoros tambien son los nombres de Gelsen Gas, Sebastián, Jazzamoart, Carlos Amorales, Hersua, Francisco Toledo y Kyosan Bajin. Todos son seudónimos de artistas mexicanos. Breves, fáciles de recordar, los vocablos seleccionados son sonidos que expresan una idea . Así, por extraño que parezca, empezamos a concebir el perfil de un artista cuyas obras nos impactan, por el nombre.

No sabría yo decir si en efecto Demián Flores sea el nombre que heredó de sus padres, personas tan amorosas como generosas que lo acompañan en su camino. Real o asumido, es un compuesto de vocablos en extremo afortunado, permanece en la memoria.

No sé tampoco, si como el joven Demian que le cambia la vida al adolescente Emil, el que yo conozco haya tenido alguna gran epifanía en la pizzería Mixtu' Guiishi... o en algún otro estimulante aguadero juvenil de su ciudad. Es muy posible pues Juchitán es una ciudad en extremo cosmopolita. También es muy posible que el propio Francisco Toledo haya sido el Demian de nuestro Demián pues su presencia en el horizonte inmediato de varias generaciones de artistas oaxaqueños ha sido determinante. En todo caso, el Demián nuestro tomó la ruta de la mayoría de sus contemporáneos y se formó en la Ciudad de México. De ahí, sus méritos le acarrearon becas en Francia, en Inglaterra y en EUA (donde gozó de la muy prestigiada bolsa que otorga la Fundación Pollock-Krasner).

3.
Nada sabía yo de lo acabo de escribir cuando me topé por primera vez con su nombre, en el 2000, en una invitación impresa por la Galería Quetzalli. No se me hizo conocer entonces la obra exhibida pero el nombre de su autor se me quedó grabado. Me intrigó tambien el título de la exhibición, Cambio de piel , pues yo mismo llevaba casi de dos lustros cambiando de piel. Ya desde el ’91 había evocado en mi obra la enigmática figura de Xipe-Tótec, el dios que, como el maíz se descascara para germinar, se quitó la piel para nutrirnos.

Poco después, incurriría yo el desprecio de los talibanes de la izquierda capitalina aceptando el puesto de agregado cultural en Brasil. En el plan de trabajo que sometí a la consideración de la S.R.E. incluí mucho más que actividades artísticas: entre otras, el estímulo a las traducciones, la difusión de la auténtica gastronomía mexicana (para contrarrestar el infame Síndrome de Taco Bell que cunde por el mundo entero), y el intercambio de muestras de artes ‘no eruditas’, como lo es la lucha libre. (Faltarían casi tres años para que Poncho Morales albergara su monumental antología luchística en la revista Luna Córnea ).

Cuando el Museo de la Ciudad de México presentó a principio del ‘01 una exhibición titulada Arena México volvió a llamarme la atención el nombre del autor de la obra, Demián Flores. No sé si el IAGO expuso esta colección antes o después que lo hiciera el museo –la congruencia de este instituto ha sido siempre a prueba de balas- pero tras de corroborar la excelencia de las obras, me pareció que la muestra encajaba perfectamente en mi proyecto promo-gestorial para Brasil.

Por su importancia en el imaginario de México, por su fuerza tragicómica, por sus dones metafóricos y alegóricos, por su desbordada alegría, la lucha libre ha sido uno de mis temas predilectos y recurrentes. Lo era desde 1969, cuando uno obra mía -dos luchadores en un cuadrilátero- se convirtió en portada de la entonces exclusivísima Revista de la Universidad de México que dirigía Pablo González Casanova. Cuatro años después, una nochecita en 1973, doce luchadores que circulaban linternas en mano en la entrada del Palacio de Bellas Artes provocaron una intervención policiaca. Tuvimos que explicarles a los agentes que su presencia formaba parte de mi exhibición Chichles, chocolates y cacahuates (primera obra performática presentada en el vetusto templo), y la lucha libre ha seguido esporádicamente presente en mi obra hasta la fecha, como bien lo saben la fotógrafa Lourdes Grobet, el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda y varios cómplices y extraordiarios artistas más como Marisa Lara y Arturo Guerrero, a quienes entonces se sumaba Demián. Su serie Arena México , originales el temple sobre telas y papel y serigrafías, todas con aplicaciones de hoja de plata y oro son simplemente sensacionales, de robarnos el aliento. Trazos de enorme pericia combinados con el mexicanísimo y enternecedor “ay-se-va-ismo”, una paleta ácida y sostenida, tipografías, imágenes y emblemas, siluetas, todo combina en una sinfonía urbana, violenta a la vez que ingénua, de inusual belleza.

Atraer la exhibición de Flores al Brasil no fue cosa sencilla. Por fortuna, la Dirección de Asuntos Culturales de la S.R.E. tuvo a bien integrarla a sus muestras itinerantes en la América latina, y así nos fue posible presentarla tanto en Río de Janeiro como São Paulo, acompañada de películas clásicas de El Santo y Blue Demon, con la presencia en vivo de los ocho o diez ídolos de la lucha libre brasileña aún vivos, encabezados por el rey blondo, Teddy Boy Marino. El impacto mediático de la muestra y las actividades que la apoyaron fue tremendo en Brasil y aunque parezca difícil de creer, sigue reverberando: tanto así que, gracias al catalizador mexicano, volvió a la pantalla chica brasilera.

4.
Demián Políglota siguió de frente. Los títulos con lo que identifica tanto sus obras como sus muestras nos conducen a entender mejor los asuntos que le preocupan. En sus nomenclaturas todas, el didxaza se mezcla con el náhuatl que se mezcla con el español que se mezcla con el inglés... Júzguese si no:

Montealbán ‘01);
Novena/Homerun/Playbol (‘02, ’03 y ’04);
Lulú (’04);
Defensa Personal (’05);
Pinturas/Bidxaa-Freaks (’07)
y por (casi lo) último, una serie aun inédita llamada de manera simple y contundente...
¡ Oaxaca!
(Los signos de exclamación son míos).

Xipetotec / STOP / Genealogías / STOP / Sombras de plata / STOP / Tributos de Guerra I / STOP / Tributos de Guerra II / STOP / Puerta sagrada / STOP / Última entrada / STOP / El peso de la existencia / STOP / ¡Boing! / STOP / Duckman / STOP / Pato Pascual / STOP /Tlaloc / STOP / Alligator girl / STOP / Blockhead / STOP / Mictlán /ETC / ETC / ETC/ /ETC / ETC / ETC/ /ETC /

¡Un torrente de conceptos!

5.
Después de emiliarnos durante casi tres años (guardo todos sus amabilísimos y lúcidos mensajes), finalmente, en diciembre del ’07, pude conocer a Demián Flores en su estudio oaxaqueño. Así como te veo, pensé cuando nos dimos la mano, me vi... Y así como me ve, se verá, terminé mentalmente en refrán. Alto, moreno, transparente y sanote, no se ajusta a la imagen que podríamos tener del “artista plástico contemporáneo” que opera en la contaminada bruma urbana del altiplano. ¿Será porque es un artista a secas, sin adjetivos que lastren su paso por la vida?

Demián construye su opus personal como vehículo para comprender su entorno, un espacio que rebasa por mucho el código postal 70000-70050. A la vez, se dedica a crear contextos y ampliar latitudes. Es una suerte de Max Demian para muchos otros Emils. Prueba de esto es La Curtiduría, que sería tema de otros textos. El caso es que alrededor de nuestro Demián gira toda una pléyade de gente dinámica, propios y extranjeros, que ven en su energía la posibilidad de realizar sueños esbozados, tal vez apenas intuidos. Me queda claro que Demián Gregario es de los artistas que saben recibir estafetas y que luego las pasan a manos que las merecen, sean o no artistas.

Hospitalario hasta el exceso, dueño absoluto de su patio como lo son todos los oaxaqueños que he conocido, Demián hizo caso omiso de mi apresurada y esquizofrénica visita de dos días y medio a Oaxaca: me invitó a beber café, me invitó a hacer una litografía relámpago en su populoso taller, me invitó a más cafés sabrosos, me invitó a una conferencia de Alberto Híjar... y quien soy yo para hacerse del rogar. Preferí acompañarlo que descansar solo en el hotel. Tal vez hablamos mucho, tal vez poco. El hecho es que hice la lito porque me encantó conocerlo. Me place la posibilidad de seguirle los pasos a este hombre joven y vital, a este artista sin adjetivos.

Felipe Ehrenberg
São Paulo, Brasil, a 31 de diciembre de 2007